Albert Michelson y Edward Morley realizaron un experimento en 1887 en el que demostraron que la velocidad de la luz era igual en cualquier dirección sobre la superficie de la Tierra. Este célebre experimento se asocia con el ocaso de la teoría del éter y con el surgimiento de la teoría especial de la relatividad (Cassini y Levinas, 2005).
El objetivo del experimento de Michelson y Morley fue determinar si existía en realidad el éter. El concepto de éter se creía que era el medio por el cual se propagaban las ondas en el espacio y en esos lugares donde “aparentemente no había nada” (Universo Cuántico, 2009).
Una de las interrogantes que se plantearon era que, si existiera el éter, podría estar en reposo o no. Así que utilizaron un interferómetro (Figura 1) para dividir la luz que emitía un foco luminoso en dos haces. Los haces rebotaban en dos espejos y se vuelven a juntar y dado que la luz es una onda, siempre que tengamos una fuente que solo emite una longitud de onda, al volver a juntarse, los dos haces interferirán produciendo máximos y mínimos de intensidad (Universo Cuántico, 2009).
Figura 1. Interferómetro de Michelson. Diagrama esquemático del interferómetro de Michelson. La luz procedente de una fuente incide sobre un espejo semitransparente A, que en parte se refleja y en parte se transmite. El haz reflejado llega hasta el espejo M2 y vuelve hasta el punto de observación O donde miramos con nuestro ojo. El haz transmitido viaja hacia el espejo M1 pasando a través de una placa de vidrio B y vuelve de nuevo hacia el espejo semitransparente y más tarde al ojo situado en O. La placa B que tiene el mismo espesor que espejo semitransparente es para garantizar que los dos haces 1 y 2 atraviesen el mismo espesor de vidrio. Cuando los dos haces se junten en O formarán un diagrama de interferencias. (Tomado de Gonzáles, 2009).
Los rayos viajan y regresan, y después se juntan en un punto, donde se produce el fenómeno de la interferencia (figura 2) y el fenómeno neto se observa entonces en forma de franjas brillantes y oscuras de luz, y nos habla del desfasamiento de los dos haces de luz, debido a su diferente tiempo de viaje (Cervantes y Rodríguez, 2007).
Figura 2. Fenómeno de interferencia.
Imagen tomada de Guzmán (2015).
Los resultados que obtuvieron Michelson y Morley fueron nulos, o sea, los datos no mostraban alguna variación de la velocidad de la luz, por lo que se podría decir que el éter no tenía velocidad apreciable. Más tarde, serían otros los que aprovecharon sus aportes para formular la Teoría de la Relatividad.
En el siguiente video se describe el experimento de Michelson y Morley (Corella, 2014).
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